La empresa que gestiona las actuales atarazanas cumple un lustro con el reto de reflotar la industria.
Ha reparado 11 barcos y estrenado sinergias con el sector siderúrgico.
Astilleros Guadalquivir es la empresa que actualmente gestiona las atarazanas del río, un lugar donde se ha retomado la actividad de la reparación naval en el puerto de Sevilla con una ambiciosa aspiración: convertirse en referente del sur de España. Un reto que recuerda el importante papel que tuvieron las atarazanas que mandó construir el rey Alfonso X el Sabio en el Arenal, donde se armaron muchos buques de la carrera de Indias, actividad que decayó con el fin del monopolio del comercio indiano. En 1956, los astilleros sevillanos se inauguraron, en el régimen franquista, con la intención de lograr un resurgimiento de la tradición naval en Sevilla. Y tras medio siglo de luces y sombras, la privatización de 2004 de Astilleros de Sevilla supuso su rejón de muerte.
En un nuevo intento, la empresa que los ha reflotado ha cumplido el pasado enero un lustro de vida con un balance de actividad esperanzador y nuevas líneas de negocio que persiguen de nuevo el relanzamiento de esa industria en Sevilla que asistió al cierre de su factoría naval pública en 2010.
Cinco años después, los astilleros sevillanos fueron recuperados por una empresa privada. Hacía entonces seis años que el dique seco no albergaba una varada. El Río Chara, con 128 metros de eslora por 20 metros de manga, fue construido en 1992 y tenía bandera de Guinea Ecuatorial. Y a partir de este portacontenedor, en Astilleros Guadalquivir, como se denomina la empresa, ha reparado o desguazado más de cuarenta embarcaciones de todo tipo.
Cinco años de esperanza donde la empresa ha cambiado de manos. El empresario gallego Urbano Alonso, propietario de astilleros Cotnsa Huelva, constituyó la sociedad Astilleros del Guadalquivir que permitió la reapertura. Pero en marzo de 2017 los astilleros fueron adquiridos por la naviera eslovena Pulchra Mare, que ha impulsado las inversiones y diversificado sus actividades. Según los datos facilitados por la empresa, en estos últimos doce meses se han reparado un total de once barcos y, al margen de las actuaciones puramente navales, la apuesta ha sido la introducción en el sector inshore.
Esta andadura se inició en julio de 2018. Dicho año, la esclusa del Puerto de Sevilla, bautizada como Puerta del Mar, fue remozada en una operación compleja que consistió en el cambio del carro inferior de una de las compuertas, con un peso de 1.000 toneladas y unas dimensiones de 42 metros de largo, 20,5 metros de altura y seis metros de ancho. La fabricación de la pieza tuvo lugar en Megusa (Metalúrgica del Guadalquivir), mientras que Astilleros del Guadalquivir se encargó de coordinar toda la maniobra de colocación de la nueva pieza y de extracción de la antigua. Actualmente la empresa ha mostrado su interés por la sustitución de otro carro de una de las compuertas de la esclusa. Y se está a la espera de la adjudicación del proyecto.
En esta misma línea de sinergia con otras empresas del Puerto de Sevilla, Astilleros Guadalquivir, de nuevo de la mano de Megusa, trabaja desde el pasado 13 de febrero en varias grandes estructuras metálicas con destino al puerto de Vancouver, en Canadá.
UNA REFERENCIA EN LA ZONA FRANCA
Astilleros Guadalquivir dispone de una superficie de 19.429 metros cuadrados donde se encuentran un dique seco para buques de hasta 144 metros de eslora por 23,5 metros de manga, 150 metros de muelle para reparaciones a flote, y un varadero de 60 metros de largo por 13 metros de ancho. La plantilla actual es de treinta operarios con experiencia en la reparación de buques de carga general, dragas, remolcadores, ferris, yates y cruceros de tamaño medio.
En los últimos años la empresa está llevando a cabo acciones de promoción en ferias del sector presentándose como astillero privado del sur de Europa. Recientemente, también se ha remodelado y ampliado el departamento comercial con la inclusión de técnicos escandinavos, griegos e italianos.
La empresa está incluida dentro del recinto fiscal de la Zona Franca. Según explican fuentes de la empresa, en cuanto a algunos de los proyectos ya impulsados o que en breve lo estarán, figura la ampliación de la concesión administrativa con la Autoridad Portuaria y la renovación de los elementos de seguridad del dique seco.
SESENTA Y CINCO AÑOS DE HISTORIA Y EL RÍO
El Astene Tercero fue el primer barco que se botó en los astilleros de Sevilla el 19 de febrero de 1955. En los últimos 65 años de historia, más de 300 buques han pasado por el dique seco y el varadero de esta industria ubicada en el río y que ha tenido distintos momentos, de éxitos y fracasos. Las obras de construcción de la atarazana duraron más de una década. Los astilleros se sitúan estratégicamente en la margen derecha del Guadalquivir, protegidos cerca de la esclusa y del aeródromo militar de Tablada.
El Cortijo del Cuarto albergó un centenar de viviendas que se construyeron para los empleados. Los primeros pasaron por el arco de entrada que simbólicamente se conserva en 1951. A finales de 1953, ya en plena producción, la plantilla era de más de 400 trabajadores y la empresa facturaba 18,4 millones de pesetas. Sólo cuatro años después ya eran 2.140 los empleados.
El máximo esplendor se alcanzó en los años 70. En los 80 comenzó el declive: reconversiones, amenazas de cierre y una férrea batalla sindical que concluyó con el cierre definitivo de esta industria hace ahora una década.
Fuente: Diario de Sevilla / Astilleros del Guadalquivir